lunes, 13 de octubre de 2008

Historia de la primera estrella del equipo America de Cali, aquel 19 de Diciembre de 1979

Esa noche valía todo. Desde el domingo anterior cuando el técnico Gabriel Ochoa sentenció sin vacilaciones: ”seremos campeones aunque nos tengan que matar”, la caudalosa hinchada comprendió que su papel seria vital. El partido teníamos que ganarlo todos. A como diera lugar. América no podía desperdiciar semejante oportunidad para sepultar mas de cincuenta años de frustraciones, de tristeza de burlas.
América fue campeón de muchos eneros. Por esa época se escuchaba la manida frase: este será el año. Y todos nos cansamos. Cada año con el mismo cuento. Paradójicamente en 1979 nadie se acordó de la afirmación, aún admitiendo la confianza que inspiraba desde la dirección técnica el medico antioqueño Gabriel Ochoa Uribe. Pudo mas la avasallante personalidad, el poder de convicción, la fe, el trabajo, el plantel técnico, la directiva.
¡Campeón!. Ya no se hablará más de las dos jornadas que estuvo en invicto el equipo en 1967. Ni del subcampeonato que ganó América en 1969 bajo la tutela de Ángel Peruca. Ni de la incursión en la Copa Libertadores del año 70. Tampoco se recordará el triunfo sobre el Deportivo Cali por cinco goles a cero. En adelante se hablará de la primera estrella. De aquel 19 de diciembre, de Gay, de Pascuttini, de Cáceres, de Valencia, de Pepino San Giovanni, de Ochoa. El desborde de entusiasmo, el frenesí, el paroxismo incontrolable, todo el mundo se volcó a las calles, para expresar una euforia contenida por tanto tiempo. El Obrero, uno de los mas añejos y tradicionales barrios caleños, se pintó de rojo. Y al igual que en Siloé, en San Antonio, Alfonso López, Unión de Vivienda Popular, Alameda y tantos otros se bailó en las calles.
Lo que resulta a esta hora difícil de establecer, es el numero de corazones que flaquearon, que no resistieron el embate. No se sabe cuantos sucumbieron antes de la hora gloriosa del más popular de los equipos que existen en el país.

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